portada-prechtdos En 1979 Jorge Cantellano tenía 19 años y quería ser sacerdote. Se encontró con Cristián Precht en su proceso de discernimiento vocacional. Hoy es uno de los 20 acusadores del ex vicario de la Solidaridad y el primero que relata públicamente su historia. Cantellano dispara también contra la Iglesia Católica, pues asegura que en 1980 dijo a “personal consagrado de la Zona Oeste” lo que había ocurrido con Precht y nadie hizo nada.
Jorge Cantellano es autor de uno de los 20 testimonios de abusos que la justicia eclesiástica reunió en contra de Cristián Precht. Según su relato, tenía 19 años cuando el sacerdote, a quien admiraba profundamente, le exhibió sus genitales y le pidió que lo tocara. Cantellano era un joven que estaba buscando discernir si su camino era el sacerdocio. Dice que, por un hecho fortuito, debió quedarse a dormir en la casa que Precht, quien por entonces dirigía la Vicaría de la Solidaridad, que él mismo fundó por orden del cardenal Raúl Silva Henríquez para la defensa de las víctimas de las violaciones a los derechos humanos.
Precht vivía en la comuna de San Miguel junto al sacerdote Miguel Ortega. Cantellano contó que, a pesar del impacto inicial, logró rechazar al sacerdote y le dijo que lo que estaba intentando hacer con él eran “mariconadas”. Precht no insistió; trató de justificar su acción como “cariños paternales”.
“A su favor declaro que no hubo intento de forcejeo y por el contrario se disculpó sinceramente”, escribió Cantellano en una carta dirigida al mismo sacerdote Precht y que envió con copia a autoridades eclesiásticas y laicos en octubre de 2011.
Para la Iglesia estos hechos constituyen abuso, aunque no involucren a un menor de edad, por cuanto Precht habría intentado usar la superioridad que le daba su condición de sacerdote que ayudaba en el discernimiento vocacional a un joven, para conseguir favores sexuales de éste.
Un abogado que pidió la reserva de su nombre, porque está involucrado en un caso de denuncia por abusos contra otro religioso, señaló que si Cantellano llevara su acusación a la justicia ordinaria, está debería investigarlo bajo el sistema penal antiguo y, aunque el delito ya está prescrito, el tribunal debiese considerarlo acoso o abuso a menor de edad. Esto, porque en 1979, cuando ocurrieron los hechos denunciados por Cantellano, él tenía 19 años y la mayoría de edad se alcanzaba a los 21. La rebaja de 21 a 18 se produjo en 1993. Si el episodio se hubiese investigado en 1979, habría sido considerado abuso sexual de menor.
Cantellano, que vive actualmente en Australia, fue parte de la pastoral juvenil del decanato de Pudahuel Sur, en la zona oeste de la Arquidiócesis de Santiago, entre 1976 y 1980. Dice que se animó a dar a conocer su caso “porque considero que la Iglesia como institución tiene responsabilidad en que Cristián haya tenido la oportunidad de expresar su ‘cariño paternal’ a otros jóvenes en los 80`s y los 90`s”. Lo vivido con Precht, Cantellano asegura que lo contó a “personal consagrado de la Zona Oeste” en 1980. Recibió como única respuesta que “a Cristián se le había puesto en un tratamiento clínico en el extranjero para superar su ‘problema’”.
Según señaló Cantellano a CIPER, en la Iglesia hubo más preocupación por evitar la difusión del hecho que por ayudarlo a enfrentar la situación que había vivido: “En la Zona Oeste se enteraron de que entre los jóvenes andábamos comentando lo de Cristián y me llamaron para decirme que era más prudente mantener silencio. Fue en ese momento que me dijeron que a Cristián lo habían mandado a tratarse clínicamente para sanarse de su ‘problema’. En realidad, toda la preocupación fue para que yo no siguiera comentando, pero hubo cero preocupación por lo que yo estaba pasando”.
En una carta enviada en octubre del año pasado al juez eclesiástico, el sacerdote Jaime Ortiz de Lazcano, y que Cantellano facilitó a CIPER, el acusador declara que nunca hubo tratamiento para Precht; por el contrario, empezó a enterase de otros casos de jóvenes a los que identifica con su nombre de pila y con los que el presbítero habría intentado intimar. El denunciante también envió otra carta al canciller del arzobispado.
“En la Zona Oeste se enteraron de que entre los jóvenes andábamos comentando lo de Cristián y me llamaron para decirme que era más prudente mantener silencio. Fue en ese momento que me dijeron que a Cristián lo habían mandado a tratarse clínicamente para sanarse de su ‘problema’. En realidad, toda la preocupación fue para que yo no siguiera comentando, pero hubo cero preocupación por lo que yo estaba pasando”.
Respecto del incidente en el que se vio involucrado, Cantellano afirma que por entonces vivía en la comunidad de los Hermanitos de Jesús, en la comuna de Renca, y estaba intentando decidir si tenía vocación sacerdotal o no. En ese proceso tuvo que visitar la casa de Precht y se le hizo tarde. “A las 12 de la noche era peligroso tomar el bus desde San Miguel para volver a Renca, por lo cual vi natural quedarme a dormir esa noche allí. Lo que me pareció extraño es que Cristián sacara un catre de debajo de su cama y lo pusiera al lado de la suya y luego me invitara a dormir allí. Extraño me pareció porque en casas más humildes que la de él, los curas siempre tenían un lugar de alojamiento para los huéspedes, aunque fuera en camas improvisadas en el comedor. Por lo menos así era en la casa de los Hermanitos de Jesús y así fue en la mediagua de los curas canadienses en el campamento Los Copihues, en Lo prado, donde viví la primera parte de mi discernimiento vocacional. Era así también en la casa de Mariano Puga en la Villa Francia.”
Cantellano agrega que el idealismo religioso que todos esos sacerdotes representaban, “fue destruido por el equívoco de Cristián”. El acusador dijo a CIPER que el presbítero se paró frente a él joven exhibiendo sus genitales e intentó que se los tocara. “Yo le dije que para mí eso era cuestión de maricones y usted me salió con una ensalada de formas de cariño en su familia”, escribió en su carta a Precht. En ese mismo texto puntualizó “allí se terminó mi búsqueda de vocación sacerdotal”.
CIPER intentó infructuosamente contactarse con Cristián Precht para saber su parecer ante estas acusaciones en su contra.