portada-libertaddeprensa Este martes 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa y el presidente del Colegio de Periodistas aprovecha la ocasión para analizar el impacto de Internet en los medios chilenos, para concluir que son los conglomerados tradicionales y sus periodistas los mismos que influyen en la red.
Vivimos en la era de la transparencia. Quien desee tener una vida absolutamente privada tendrá que aislarse del mundo digital. Lo más probable es que en estos nuevos dominios podamos observar mucho más de lo que acontece a nuestro alrededor, pero también seremos observados.
Esta reflexión general, puesta en el contexto del poder y del periodismo, significa que los dictadores de cualquier clase tendrán poco espacio para controlar la información, como lo está demostrando la historia contemporánea.
Bienvenido, entonces, el mundo digital con todas sus posibilidades para la libre circulación de las informaciones. Esta frase puede ser especialmente oportuna en el Día Mundial de la Libertad de Prensa, este 3 de mayo, fecha que se celebra en Santiago con dos interesantes seminarios, uno de ellos encabezado por UNESCO y el otro por la Federación Internacional de Periodistas (FIP).Sin embargo, esa apelación puede ser también una cortina de humo para ocultar que el mundo digital simplemente reproduce en un nuevo contexto las desigualdades que ya conocíamos en otros ámbitos mediático-periodísticos.
Veamos. Cuando las tecnologías abrieron la posibilidad de que cada persona fuera un medio de comunicación mediante un sitio web y, más específicamente, a través de un blog, muchos opinólogos proclamaron el fin de la supremacía de los medios tradicionales y, junto con ello, de la profesión de periodista.
La discusión está abierta, pero al menos en el plano de las comunicaciones y el periodismo chileno pareciera ser que ninguna de esas predicciones ha resultado cierta: ni los medios tradicionales han desaparecido ni pareciera que los periodistas estén en extinción.
La estadística de visitas a sitios web en busca de información sobre el país pone en primer lugar del ranking a los mismos medios que dominan en otros formatos. Si se consultan las estadísticas de la IAB Chile, Interactive Advertising Bureau, el organismo internacional que certifica los visitantes únicos para colocar publicidad en Internet, quienes encabezan la nómina en diciembre de 2010 son La Tercera y El Mercurio, incluso sobre otros sitios de interés comercial, como Terra. No hay sorpresas –tampoco en el mundo digital– sobre quién ejerce sin contrapeso su significativa influencia.
Ah, dirán algunos, pero Twitter sí que demuestra que cualquier persona puede tener más seguidores que un periodista, así que todos podemos abrir temas, ofrecer información, levantar corrientes de opinión sin ser periodistas pero ejerciendo como tales. Sin embargo, no es tan así. Un estudio de la Universidad Diego Portales entrega antecedentes al respecto. El ránking elaborado por esa casa de estudios muestra que los twitteros más seguidos son dos lectores de noticias de la televisión, Soledad Onetto y Mauricio Bustamante. En el top ten destaca el periodista independiente Nicolás Copano. Sólo en el lugar 10 figura un ilustre desconocido. El resto son personas de alta presencia en los medios de comunicación tradicionales.
Es evidente que la credibilidad de los medios de comunicación, y de los periodistas asociados a ellos, seguirá siendo un factor clave para el desarrollo de la libertad de prensa. La potencia de los medios está asociada a la disponibilidad tecnológica de sus dueños (quien maneja más bytes) y a la calidad de sus equipos periodísticos. Ambos requerimientos son de alto costo económico.
Sin duda que los medios digitales abren una puerta para quienes formen buenos equipos periodísticos. Así lo han demostrado en Chile El Mostrador y Ciper, que han tenido la capacidad de romper el cerco de los medios tradicionales y hacer un poco más tangible el derecho ciudadano a la información. Por ahora, son excepciones a la regla. Ojalá dejen de serlo.