Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

domingo, 27 de marzo de 2011

SI LA DELINCUENCIA FUERA MEJOR Y CON ESTAS POLICÍAS QUE DIOS PILLE CONFESADA A LA CIUDADANÍA


LUIGI SALERNO VIDAL
Digámoslo claramente, los mataron por pencas, por malos profesionales.
Por cierto la prensa va a destacar, lo que destacó. Que la mamá no quería que la niña fuera policía, que había dejado de ir a la Universidad, que se convierte en la primer mártir y todas las webadas que siguen.
Pero cómo se entiende que un anciano de 68 años de edad, baje libremente de su camioneta, cuando se le pide que se identifique, saque sus pistolas y le dispare a los cuatro detectives, matando a dos y los otros dos apretando cueva para salvar el pellejo sin siquiera atinar a defenderse.
Sin lugar a dudas los jovencitos eran pésimos profesionales. Es la única forma de entender lo ocurrido.
Estos niñitos, que se creen Rambos, que andan luciendo sus pistolas y sus casacas que los identifican como PDI están caros para guardianes de supermercados y esta es la única forma, también, de entender que el abuelito Noni se les haya escapado y que sesenta autos tuvieran que ir atropellando todos los derechos de los ciudadanos para que después de varias horas y solo porque al abuelo se le cruzó un camión pudieran detenerlo y liquidarlo con alrededor de 60 tiros.
Excelente policía tenemos. Como para andar caminando seguros de que nada nos pasará.
Un vendedor de chatarra obsesionado con las armas y la violencia puso a Santiago en jaque este martes 23 de marzo. Primero mató a dos detectives, se retiró, y luego hirió a otros cinco, defendiéndose de docenas de policías armados, vaciando en su contra cargador tras cargador en un área de alta densidad poblacional, llena de universidades y colegios.
La camioneta roja de Italo Nolli quedó convertida en colador, y el cuerpo acribillado pasó horas en el centro de la capital chilena aleccionando al país.
El intrépido y anciano delincuente era uno de los centenares de miles de desquiciados que creó la guerra viciosa de Estados Unidos contra Vietnam, y murió como aparentemente él quería, en su ley. La policía, por su parte, saldó su vendetta a un costo que ya aun antes de los sumarios se revela como inaceptable: centenares de civiles en la línea de fuego, dos funcionarios muertos, 11 heridos entre tiros y accidentes, un número indeterminado de vehículos policiales y civiles destruidos, una costosísima operación rastrillo, todo en una batalla contra un anciano.

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