Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

martes, 28 de diciembre de 2010

El gran engaño: Rentabilidad real de los fondos AFP

“El fondo A de las AFP ha ganado un 72 por ciento real desde sus inicios” titulaba eufórico El Mercurio del viernes 4 de septiembre del 2009 y agregaba: “A siete años de la puesta en marcha del sistema de multifondos en septiembre de 2002, los portafolios A y B acumulan una rentabilidad real de 71,92 y 54,02%, respectivamente. Mientras, el rendimiento promedio anual de ambos fondos es de 8,13 y 6,43%, cifras que superaron las expectativas fijadas en un comienzo”.
La información regular de la Superintendencia de AFP presenta asimismo estas cifras mes a mes, como prueba del éxito extraordinario del sistema de multifondos, instalado durante los gobiernos de la Concertación.
Es aire caliente. Estas rentabilidades son ilusorias y se explican exclusivamente por el hecho que los multifondos se establecieron justo en el inicio del burbujazo especulativo que afectó a las monedas y bolsas de los países emergentes a partir del año 2002.
Ello se aprecia claramente en el gráfico adjunto, tomado de
www.mscibarra.com el 31 de agosto pasado, que muestra la evolución de los mercados financieros mundiales entre marzo del 2000 y agosto del 2009, todas expresadas en Euros.
Como se ha venido mostrando en estas notas, las bolsas de los países desarrollados (verde) han venido cayendo por diez años desde su máximo alcanzado a principios del 2000. También se recuperaron entre el 2002 y el 2007, pero moderadamente de modo que nunca superaron su máximo anterior. A lo más llegaron a un 80 por ciento del mismo el 2007.
Luego caen nuevamente hasta marzo del 2009 y finalmente rebotan moderadamente hasta agosto de este año.
En total, se encuentran actualmente un 45 por ciento por debajo de sus máximos del 2000.
El conjunto de las bolsas del mundo (azul claro), es decir, la suma de los desarrollados y emergentes, todos expresados en Euro, sigue casi exactamente la misma trayectoria. Ello se explica porque los mercados de los países desarrollados tienen un peso determinante en el conjunto.
Los especuladores no se la pueden con los mercados de los países desarrollados, puesto que pesan demasiado para ellos. De este modo la evolución de esos mercados refleja más o menos adecuadamente el comportamiento del ciclo económico general.
Sin embargo, otra cosa es lo que ocurre con los países emergentes. Puesto que son mucho más pequeños, los especuladores hacen allí de las suyas. Eso se comprueba en el gigantesco burbujazo que afectó sus bolsas y sus monedas entre el 2002 y el 2007.
Como se aprecia en el gráfico, los BRIC (naranja) alcanzaron entonces una altura equivalente a 2,4 veces su máximo del 2000. El conjunto de los emergentes (gris) también tocó e cielo subiendo un 1,8 veces por encima del 2000, la misma altura que alcanzó la bolsa chilena (azul piedra).
Por cierto que cayeron a tierra violentamente cuando se reventó el burbujazo y en octubre del 2008 iban camino a empatar con los mercados desarrollados.
Sin embargo, fueron afectados en ese momento por el gran rebote que se inició en ese momento y que los ha elevado nuevamente más o menos hasta la altura que tenían el 2000, al inicio del presente ciclo largo “del oso”.
El mismo que va a reventar apenas termine la transitoria recuperación actual de los mercados desarrollados. Estos últimos probablemente todavía no tocan fondo en el curso del actual ciclo largo.
Ya se sabe que estos brincos amplificados no fueron sino “un boom especulativo empujado por el optimismo de los países desarrollados” como escribió John Authers en el Financial Times el 8 de junio del 2009.
Se reitera que todas estas mediciones son en Euro, que es una moneda relativamente estable. Si se considera la inflación del Euro, las caídas son aún mayores. Es decir, los saltos reflejan cambios tanto en las bolsas como las monedas de los países emergentes
Los fondos de las AFP se inflaron siguiendo el burbujazo 2002-2007 y eso es lo que explica las elevadas “rentabilidades” en el período, especialmente las de los fondos A y B. Puesto que se trata de una ilusión, ciertamente se esfumará más temprano que tarde y las cosas volverán a la triste realidad de los rendimientos de largo plazo de los mercados financieros.
Como ahora sabemos, éstos pasan a pérdida la mayor parte del tiempo y sus rendimientos de largo plazo son del orden del 1 por ciento real anual, en promedio.
Para que funcione la capitalización individual se requiere a lo menos un 4 por ciento, como se sabe. Aparte que no se sostiene un sistema que la mayor parte del tiempo se encuentra a pérdida, en el largo plazo.
¡No dan el ancho!
Manuel Riesco

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