Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

lunes, 8 de febrero de 2010

Buscando a Terry Malloy

Buscando a Terry Malloy

Lo de Codelco me hace pensar en esa notable película de Elia Kazan llamada"Nido de Ratas", ganadora de ocho Premios Oscar en 1955. En ella, un selecto y poderoso sindicato controla los muelles de Nueva York.
Tengo en mis manos un recorte de prensa de 2006. En la foto central, aparece un grupo de mineros cargando sendos televisores de plasma. Un verdadero lujo en ese entonces. No un impedimento para que el stock disponible en Calama se agotara en pocos días. Era el efecto "bono Codelco Norte". Unos 8 millones de pesos en ese entonces. Tres años más tarde, la escena se repite,
aunque con un bono bastante más suculento. Las preferencias de consumo se movieron a la par. Según los medios, hoy lo que la lleva son los autos 0 km con "precio especial bono" y los viajes al Caribe.
En una sui géneris versión del llamado capitalismo popular, el paquete entregado por Codelco a casi 6.000 trabajadores de Chuqui consideró un bono de 12 millones de pesos, un reajuste de sueldo de 4% y un préstamo sin intereses por 3 millones de pesos. Todo esto a un costo total para la empresa del orden de 200 millones de dólares. Estas regalías son equivalentes a un incremento del sueldo de los trabajadores por unos 400.000 pesos durante cada uno de los 38 meses que cubre el nuevo convenio colectivo. Un alza promedio del orden de 20%.
Si bien Codelco ha tenido elevadas utilidades en los últimos años producto del alto precio del cobre, se observa una inquietante baja en su productividad. Al parecer, un tema dejado de lado a la hora de negociar salarios y otras regalías. Y los trabajadores de la División Norte parecen
estar claramente al debe a este respecto. Medida por toneladas métricas anuales de cobre fino producidas por cada trabajador de dotación propia, la productividad cayó desde 115,5 en 2006 a 87,2 en 2008. Una baja de 24,2% desde la última negociación colectiva.

En términos absolutos, la productividad de Codelco Norte también es baja si se la compara con la de la División Andina de la empresa, división cuyo proceso de negociación colectiva concluyera anticipada y exitosamente en noviembre de 2009. Pese a que Andina exhibe una productividad 55% más alta, sus trabajadores obtuvieron un bono y un reajuste salarial significativamente más bajos que los logrados por sus pares del Norte: $7,3 millones y 3%, respectivamente.

Y es que, al parecer, los trabajadores del Norte no estaban para chicas. Aspiraban a más y, sobre todo, tenían más músculos para hacer presión. Su referente eran los mineros de la privada Escondida y el bono por 14 millones de pesos que estos habían obtenido. De las consideraciones de productividad ni hablar. En términos gruesos existe una brecha de 4 a 1 a favor de
Escondida. Si se hacen los ajustes por ley de los yacimientos y el hecho que Codelco Norte además de extracción tiene actividades de fundición y refinación, esa diferencia cae a unas 2,7 veces. Nadie podría hablar de un empate técnico en esta materia.

Como los argumentos de productividad no suman por ningún lado, nuestros mineros gustan de apelar a lo emotivo. A lo abnegado de su trabajo. A lo sacrificado y riesgoso de trabajar y vivir en la mina. Un argumento doblemente falaz. Primero, porque a menos que las condiciones de riesgo y
sacrificio hayan cambiado radicalmente desde la anterior negociación colectiva, este argumento no se sostiene. Segundo, el denominado "sacrificio" ya parece holgadamente reflejado en los salarios. Con un sueldo promedio líquido mensual de $1.870.000, los trabajadores de Codeleco
obtienen seis veces más que el ingreso laboral medio existente en Chile y se sitúan en el privilegiado círculo del 1% de mayores ingresos laborales a nivel individual (datos de la encuesta Casen 2006, ajustador por IPC). Si de sacrificios se trata, intuyo que muchos chilenos estarían dispuestos a hacerlos.

En el fondo, lo del bono es sólo una gota más en un vaso con privilegios que se viene llenando hace décadas. Los sindicatos de Codelco, particularmente los de la División Norte, han concentrado un inmenso poder que tiene virtualmente capturada a la empresa. El peso sindical determina funcionarios prácticamente inamovibles, haciendo muy dificultosa cualquier reestruc- turación de personal. Hay otras situaciones que rayan en lo fantástico. Partiendo por una muy sindicalista aristocracia laboral que llega a incluirse como cláusula en los convenios colectivos. Ante una vacante, los parientes de los trabajadores tienen un derecho preferente para
asumirla. Y en temporada de vacaciones, apunte esto: mientras la mayor parte de los chilenos disponemos de 15 días hábiles, los trabajadores de Codelco tienen 25. Como para disfrutar de un abnegado descanso en el Caribe.

Lo de Codelco me hace pensar en esa notable película de Elia Kazan llamada On the Waterfront (Nido de Ratas), ganadora de 8 Premios Oscar en 1955. En ella, un selecto y poderoso sindicato controla los muelles de Nueva York. Sus miembros tienen capturadas las faenas de carga y descarga,
enriqueciéndose a costa de las penurias de la gran mayoría de los trabajadores que son los que están fuera del sindicato. Como en los muelles, en Codelco lo que supuestamente es de todos los chilenos parece tener en los sindicatos un claro controlador. Porque digámoslo claramente, cada vez que en Codelco los sindicatos obtienen un bono que no guarda relación con su productividad ni menos con la realidad del país, se están enriqueciendo a costa del resto de los chilenos.

En Nido de Ratas, el "jovencito de la película" es un boxeador llamado Terry Malloy notablemente interpretado por Marlon Brando, merecedor de un Oscar por este rol. Malloy termina por rebelarse contra el sindicato. Pelea por quebrarlo y despojarlo de sus privilegios. Lucha por los derechos de todos los trabajadores que no pertenecen al club. Agónico luego de una feroz golpiza, en una sublime escena final el héroe logra lo imposible. Se pone de pie y lidera a los trabajadores hacia el trabajo libre. El sindicato y su puñado de privilegiados líderes quedan atrás. El muelle y sus beneficios pasan a ser de todos.

Me pregunto si en Chile podremos tener nuestro propio Terry Malloy. Luego de los eventos en Codelco Norte, curiosamente quizá haya un clima más propicio para ello. A diferencia del pasado, creo que esta vez la fiesta no pasó "piola" a ojos de la opinión pública. Y es que son demasiado pocos los chilenos que alguna vez en su vida recibirán un bono parecido. Quedó demasiado en evidencia que aquí hay un grupo privilegiado. Lo que alguna vez fue sana envidia ahora pasó a ser envidia con todas sus letras. Y ese es un buen caldo de cultivo para la emergencia de los Malloy. También para que el gobierno que asume y el nuevo gobierno corporativo de la empresa ejerzan un
liderazgo firme en esta materia.

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