Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

jueves, 23 de julio de 2009

COLUMNA DE JORGE PAVEZ

PARADOJA: O LA REALIDAD DE UN CHILE ESQUIZOFRENICO

Jorge Pavez Urrutia
Fuerza Social y Democrática


La presidenta Bachelet, según lo señalan las últimas encuestas alcanza porcentajes de popularidad y de respaldo jamás alcanzados por otros mandatarios. Sin embargo, los conflictos sociales suman y siguen.

La movilización de los gendarmes, durante un tiempo en reposo, ha vuelto a activarse. Bajo la indiferencia generalizada del mundo político y sindical, un grupo de pobladores reclamando justos derechos “vivió” a orillas del río Mapocho por largas semanas. El gobierno aprovechó un frente de mal tiempo y de seguras lluvias para provocar su violento desalojo. Pobladores de este mismo grupo de ANDAH Chile permanecieron durante días en lo alto de una espiga de construcción y en una nueva estrategia gubernamental prefirió no desalojarlas, sino que esta vez fueron las propias pobladoras, vencidas por el hambre, el frío y la indiferencia, las que se vieron obligadas a descender. Funcionarios públicos nuevamente se movilizan. Los profesores, más allá del entusiasmo del presidente de su gremio, no han quedado nada de conformes con lo que se les prometió y se les ha entregado por el bono SAE. Los hospitales están llenos de enfermos y escasos de camas y remedios. Los combustibles, cada cierto tiempo, suben y suben de precio; y el famoso bono por hijo nacido anunciado como una medida justa para millones de mujeres, a medida que pasan los días se advierte con mayor nitidez que es un regalo de Pascua anticipado que proporciona el Estado a las administradoras de AFP.

¿Qué pasa en Chile si tenemos esta realidad y múltiples problemas que no se solucionan, y nuestra presidenta, que debiera como responsable principal de gobierno verse afectada bajando vertiginosamente su popularidad, por el contrario la sube como espuma? Ello es una paradoja. Lo que no lo es, es el comportamiento irritante de los partidos políticos, de las directivas sindicales, que en general se han integrado sin cuestionamientos a un modelo que no cuestionan ni enfrentan, y que les permite mantenerse en el poder y perpetuar privilegios.

Pero no quiero profundizar en esta columna respecto a este fenómeno, sino más bien referirme al Proyecto de Ley de Aseguramiento de la Calidad de la Educación, al cual la Presidenta le ha dado urgencia, finalizando su tramitación en el Senado, y ahora en la Cámara tiene la posibilidad concreta de convertirse prontamente en Ley.

Este proyecto coloca un ladrillo más en el edificio privatizador y de mercado que ha ido construyéndose por el Ejecutivo de espaldas a los planteamientos del mundo social expresados en la ya mítica revolución pinguina. Es un proyecto nefasto. A través de él se intenta seguir fortaleciendo el sistema de control social. Es el mejor ejemplo de la tecnocracia y de la visión de la ingeniería social donde unos pocos tratarán -acuciados por el argumento de la desconfianza- de controlar todo lo que ocurre en las escuelas. El texto desde la a hasta la z está obsesionado por la idea de los puntajes, de los estándares y de las evaluaciones.

El título primero es de antología, se constituye en un ejemplo palmario de la demostración que guía a algunos por ceñirse a la fiebre de los controles que, según nuestros gobernantes, serían la llave mágica para asegurar calidad educativa. A partir de este proyecto, si se convierte en Ley, sólo estándares y mediciones serán la tarea central que se verán obligados los profesores a realizar en el aula, y para qué decir los directores. Uno se pregunta, como educador, ¿qué tipo de ser humano, qué cerebro concertacionista, estuvo detrás de la redacción de este texto? No entendemos el apuro que tiene el actual gobierno urgiendo la aprobación de este adefesio. ¿Cómo nadie cercano al círculo de la presidenta no le señala que esta ley es fuertemente represora y está destinada, a la postre, a crear más resentimiento, más posibilidades de violencia en nuestra sociedad?

Esta no es una ley que asegure calidad educativa, ni pretende que el ejercicio docente ayude a formar seres humanos. Sólo intenta crear robots homogéneos con una mirada común y un pensamiento que si se sale de la norma y el estándar será mal evaluado. En definitiva, el proyecto trasunta cero confianza en los profesores y en los estudiantes. Por el contrario, es un cuerpo legislativo que profundiza las desconfianzas y que, eso sí, al igual que todas las últimas políticas educativas, deja amplio margen para que las agencias privadas continúen lucrando a manos llenas con los dineros del Estado.

El magisterio requiere contar con leyes que fortalezcan su profesionalismo, su autonomía, su responsabilidad social, la posibilidad de abrir espacios de participación y de confianza. Nuestro país requiere que nuestros alumnos y alumnas se conviertan en el día de mañana en ciudadanos pensantes, constructores de una sociedad más justa y más democrática. No necesita robots estandarizados ordenados por el látigo del capataz, simples instrumentos de una maquinaria y de un modelo que sigue privilegiando sólo a unos pocos.

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