Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

domingo, 21 de junio de 2009

Educar a Machuca le cuesta al Estado 36 mil pesos. Educar a Infante le cuesta a su papa 350 mil pesos

Rafael Luis Gumucio Rivas

Adivine si Machuca o Infante termina limpiando los baños

En un sistema liberal de mercado? La palabra libertad tiene una acepción muy clara en las garantías constitucionales, contenidas en la Carta Fundamental de 1980: no es pluralismo ideológico, tampoco la elección, por parte de los padres y apoderados, del tipo de educación que quieren dar a sus hijos; no es la libertad de educación, defendida por don Abdón Cifuentes y el partido conservador, que no tiene que ver en nada con los valores religiosos. Para los constituyentes de 1980, la libertad, la igualdad y la justicia están supeditadas al mercado: el Estado garantiza a los "sostenedores" la libertad de emprender, es decir, el derecho ilimitado y sin control para fundar escuelas y universidades, sin mayores regulaciones estatales. El mercado, como es lógico, debe basar su éxito en la rentabilidad, y los métodos de enseñanza-aprendizaje están a su servicio. Claramente, el establecimiento educacional que tenga más recursos, que esté mejor administrado dentro de la lógica económica subsistirá y, aquellos menos dotados en la lucha en el capitalismo salvaje tendrán que desaparecer. Esta situación nos lleva al más puro y brutal darwinismo educacional. La derecha concibe la educación como una labor subsidiaria del Estado, de ahí que el papel del Ministerio de Educación sólo sea auxiliar a las empresas privadas fracasadas: lo mismo que ocurre en el mundo económico, se da en el ámbito de la educación. Por estas razones, no nos puede extrañar que la enseñanza-aprendizaje sea un mero espejo de la brecha social, cada día más inaceptable.

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