DE LA COMISIÓN INVESTIGADORA DE LA CNA DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
No es posible saber
si las acreditaciones que han recibido decenas de universidades chilenas
y que les han servido para incrementar sus ingresos en miles de
millones de pesos vía Crédito con Aval del Estado (CAE), son “validas y
confiables”. Esa es la principal y más dura conclusión de la comisión de
la Cámara de Diputados que investigó las irregularidades en la Comisión
Nacional de Acreditación (CNA) y cuyo informe final se aprobó el martes 1 de octubre en sala, sin que nadie le prestara atención.
El efecto inmediato de la lapidaria afirmación parlamentaria es que la frase “acreditada por cuatro años” -que
incluyen universidades e institutos profesionales en su publicidad- ha
perdido todo su valor. Los padres y los alumnos deben tomar nota que, de
acuerdo al informe del Poder Legislativo, el sistema de acreditación
fue mal diseñado y peor controlado; y que debido a eso, nadie puede
asegurar que una institución “acreditada” esté impartiendo educación de
calidad o sea una institución seria. El desastre en la CNA, dicen los
diputados, provocó un daño “en la fe pública, en el sistema” y llevó a que una “cantidad
significativa del millón de estudiantes en el nivel de educación
superior, esté matriculado en instituciones y carreras de dudosa
calidad”.
De hecho, Ciper constató lo anterior en un reportaje publicado el 28 de febrero de 2008 que daba cuenta que las universidades investigadas por lucro e irregularidades habían cerrado carreras por falta de postulantes.
El caso más grave es el de la Universidad Pedro de Valdivia (UPV),
institución que según la investigación que lleva adelante la Fiscalía
Oriente, contrató a Luis Eugenio Díaz por $50 millones para conseguir
una acreditación de la CNA. En 2013, la UPV vio caer la matrícula de
alumnos de primer año en un 84,76% respecto de 2012: mientras que en
2012, 4.036 alumnos comenzaron a estudiar ahí. Este año sólo se
matricularon 615 alumnos. Este hecho provocó que el total de alumnos
cayera de 11.513 a 8.674. (Para
ver en detalle la relación de Eugenio Díaz con las universidades que se
mencionan en esta nota vea el reportaje “Las pruebas que confirman la
venta de acreditaciones a universidades privadas”)
Un derrumbe similar sufrió la matrícula de la Universidad Bernardo O´Higgins,
donde los alumnos nuevos en 2013 fueron un 68,99% menos que los que
llegaron el año pasado (la baja fue de 1.290 alumnos a sólo 400). La
drástica merma provocó que la matrícula total cayera de 4.835 a 4.110.
Según los datos reunidos por la fiscalía que investiga las actividades
ilícitas de Eugenio Díaz, la Universidad Bernardo O`Higgins firmó un
contrato de asesorías con el ex presidente de la CNA por $20 millones
para lograr acreditarse.
La Universidad Gabriela Mistral -que habría sido
acreditada por presiones de Eugenio Díaz y contradiciendo la opinión de
evaluadores que visitaron esa institución-, también ha sufrido una
fuerte caída en su matrícula. Los alumnos de primer año que recibió en
2013 fueron un 31,45% menos que los que llegaron en 2012, según los
datos del Consejo Nacional de Educación, CNED. Con ello, la matricula
total de esa casa de estudios cayó de 2.515 a 2.021 este año.(Ver reportaje)
La Universidad SEK, gravemente expuesta por los
vínculos que estableció con Eugenio Díaz, también ha sufrido una fuerte
baja. La matrícula de alumnos de primer año cayó en 29,6 % respecto del
año anterior (de 1.436 alumnos bajó a 1.011). De acuerdo a los
antecedentes reunidos por la Fiscalía Oriente, Díaz habría ofrecido sus
servicios de asesoría para acreditar a esa universidad mientras era
consejero de la CNA. Además habría confeccionado los documentos que la
SEK presentó ante la CNA donde luego él mismo los revisó y los votó
favorablemente. (Ver reportaje)
La Universidad Autónoma, controlada por el ex
ministro de justicia Teodoro Ribera, vio caer la matrícula de alumnos de
primer año en un 28,02% (de 5.597 alumnos en 2012 a 4.029 este año).
Ribera debió renunciar a su cargo de ministro el año pasado cuestionado
por los favores que le pidió Díaz justo en el momento en que este estaba
acreditando a la Universidad Autónoma. (Ver reportaje)
Sin aludir directamente a ninguna de estas universidades, el informe
de los diputados propone la creación de una nueva institución que
reemplace a la CNA y que revise en serio los procesos universitarios,
dejando nulas todas las acreditaciones entregadas por menos de cuatro
años. “Toda institución de educación superior que tenga una
acreditación inferior a cuatro (4) años deberá someterse
obligatoriamente al nuevo proceso de acreditación a cargo de la Agencia
Nacional de Acreditación, pese a que su período de acreditación no se
encuentre vencido”, dice el documento.
Los diputados proponen, por ejemplo, acabar con el sistema que da les
daba “autonomía” a las universidades y las liberaba de dar cuentas a
alguna autoridad por la apertura de carreras o de sedes. En el documento
resolutivo de la comisión investigadora se afirma que las universidades
deben ser analizadas periódicamente para confirmar si siguen cumpliendo
con los requisitos mínimos para estar licenciadas. Esas revisiones
deben hacerse con cada nueva carrera que abran o cada nueva sede que
instalen. “Reconstruir el sistema de aseguramiento de la
calidad implica que la concesión de licencias debe quedar acotada a las
áreas, carreras y sedes que fueron debidamente supervisadas y
controladas”.
La decisión de los diputados busca restablecer un alto nivel de
control público en los procesos de formación universitaria. Ante el
argumento de que este control puede acabar con la diversidad de las
instituciones, los diputados marcan un giro en lo que ha sido la policía
en Educación por décadas: “el sistema en ningún caso debe ceder estándares de calidad en función de la diversidad”.
RESPOSABILIDADES COMPARTIDAS
El informe de la Cámara de Diputados no descarga toda la
responsabilidad de las irregularidades e ilícitos en la CNA, ni usa la
dañada reputación de Eugenio Díaz para deshacerse de las culpas propias
del desastre del sistema. “La falta de rigurosidad en los procesos y
la pérdida de credibilidad de la CNA, no responde sólo a las
actuaciones y omisiones de la referida Comisión. Se sustenta en una
constelación de errores de diagnóstico y de política de Educación
Superior formulados en las últimas décadas, en cuyo diseño han
participado tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo”, afirman los parlamentarios.
Esta autocrítica se inserta en la línea de lo afirmado en junio de
2012 por la comisión de diputados que investigó el lucro en la Educación
Superior y que estableció que los problemas del sistema se debían a que
el Ministerio de Educación llevaba décadas sin fiscalizar debidamente.
En ese sentido, la comisión parlamentaria que investigó el trabajo de la CNA afirma que “todos
los actores involucrados, tanto gobiernos como legisladores, no
dimensionaron de forma apropiada y oportuna la complejidad de los
problemas que Chile sufría en materia de aseguramiento de la calidad de
la Educación Superior. Se evitó legislar oportunamente, pese a que
existían evidencias en relación a que algunas universidades se expandían
de una forma en que se alejaban de su proyecto académico, y no se
condecían con una interpretación sana y prudente del principio de
autonomía institucional”.
El informe califica como un error, por ejemplo, el hecho de haber
creado un sistema de acreditación vinculado al financiamiento
estudiantil mediante el Crédito con Aval del Estado. También cuestiona
que las universidades que debían ser evaluadas por la CNA tuvieran poder
para elegir a un gran número de sus consejeros. Y haber creado un
sistema donde las universidades que recibían la “autonomía” podían hacer
todo lo que se les viniera en gana, repartiendo sedes y carreras sin
control.
Estas críticas sistémicas, de las que se sienten co-responsables como
legisladores, no liberan de culpa a la CNA y sus miembros. Según los
diputados, esta institución “cedió a la presión para otorgar
acreditaciones laxas, carentes de planes de mejora, supervisión y
llamados de atención a aquellas instituciones acreditadas por pocos años
que no demostraran progresos”.
Parte de los problemas de la CNA se debieron a que nunca dictó
reglamentos internos y por ello las actuaciones de sus consejeros “quedaron
expuestas a la subjetividad y, eventualmente, a formas de arbitrariedad
y discrecionalidad. Las decisiones de acreditación carecieron de un
marco normativo robusto y quedaron expuestas a la influencia de los
incumbentes, es decir, de los comisionados designados por las propias
instituciones que debían ser acreditadas”.
Los diputados dejan caer una gran cuota de culpa por lo ocurrido
también en los distintos ministros de Educación que no intervinieron en
el sistema: “Pareciera que ninguno de los ministros a lo
largo de este proceso tuvo en sus prioridades asegurar el buen
funcionamiento del sistema de aseguramiento de la calidad de la
educación superior”, dice el documento de la Comisión Investigadora de la CNA de la Cámara de Diputados, que se votó el martes 1 de octubre..